domingo, 5 de diciembre de 2010

Actas del Congreso sobre la Generación del 27

Ya se pueden consultar las Actas del Congreso sobre la Generación del 27 que se celebró en Málaga y Granada entre los días 24 y 27 de abril de 2008.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Encuentro de apertura del curso 2010-2011


El pasado 29 de octubre partimos hacia Granada para celebrar nuestro anual encuentro de apertura de curso.

Este año íbamos a visitar espacios menos conocidos de la ciudad de Granada y de La Alpujarra.

Nos alojamos en el Hotel Luna Arabial y, tras un abundante desayuno, visitamos el Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta. Situado en las inmediaciones de La Alhambra, en la ladera sur, las vistas de la vega de Granada invitan a la contemplación. El edificio, construido en los años 20, es un compendio de obras que el pintor José Mª Rodríguez Acosta fue acumulando a lo largo de su vida. Atrae la atención la disposición escalonada de los jardines que se adaptan a la empinada ladera y ofrecen un mundo de ensoñación entre el rumor del agua y el perfume de la variedad de plantas.


Por la tarde visitamos la Abadía del Sacromonte, obra del siglo XVI. El conjunto consta de las Santas Cuevas, la Abadía, el Colegio Viejo de San Dioniosio y el Colegio Nuevo. En el Museo se conservan los “Libros Plúmbeos”, un conjunto de 25 discos de plomo escritos en latín y con extraños caracteres árabes.

La visita a La Cartuja , después de vueltas y vueltas por los montes granadinos, nos sobrecogió por la calidad de los mármoles utilizados en la iglesia; se comprende la riqueza de las bodas que aquí se celebran como pudimos comprobar ese día.

A pesar de que la lluvia caía mansamente sobre la ciudad, por la noche nos lanzamos a recorrer sus calles y a perdernos por sus rincones para seguir saboreando su encanto.

Al día siguiente enfilamos la carretera y subimos a La Alpujarra granadina siguiendo las palabras de Pedro Antonio de Alarcón que nuestro compañero José Mª Blanco había seleccionado para nosotros: Trevélez, Pampaneira, Bubión, Capileira y Órgiva. Los colores del otoño se desplegaban ante nuestros ojos en todo su esplendor. Había amanecido despejado pero poco a poco el viento zarandeó las ramas de los castaños, arrastró nubes cargadas de agua y nos obligó a modificar el recorrido previsto.

Mientras almorzábamos en Órgiva los cielos cambiaron de color y nos regalaron arcoiris sencillos y múltiples. Aprovechamos un claro para visitar ligeramente Órgiva y nos alojamos en Lanjarón, en el hotel Andalucía, poco antes de que el viento arreciara con más fuerza.


Por la mañana el cielo apareció despejado y la atmósfera limpia y transparente tras la fuerte tormenta de la noche. Fue el momento de descubrir las plazas y “tinaos” de esta ciudad donde las múltiples fuentes repiten poemas de García Lorca. Terminamos visitando las inmediaciones del castillo medieval y las instalaciones del Balneario.


La fría noche había cubierto la montaña con las primeras nieves del año y la estampa de la ciudad de Granada con su turbante blanco se perdía a nuestras espaldas mientras volvíamos a casa con las nuevas cargas de energía que aportan estos encuentros.

martes, 7 de septiembre de 2010

Encuentro de apertura del curso 2010-2011

Desde aquí queremos informaros de que el Encuentro de apertura del curso 2010-2011 se celebrará en la Alpujarra, del 29 de octubre al 1 de noviembre. Se os enviará el programa detallado por correo electrónico.
Os recordamos también el encuentro que se celebrará en Canarias, concretamente en Lanzarote, en esas mismas fechas sobre la lectura.

Paseo histórico-artístico por Sevilla



El sábado 16 de octubre, os emplazamos a las 11.30 horas, en la plaza del Salvador para hacer un paseo histórico-artístico por Sevilla, guiado de nuestra compañera Rosa García, que también nos convoca para la próxima primavera a un paseo fluvial por el Guadalquivir: “Sevilla y el Guadalquivir”. La fecha exacta os la comunicaremos por correo electrónico. Así como la visita a Corta Atalaya (Riotinto), que nos quedó pendiente.

jueves, 27 de mayo de 2010

Un paseo literario por Riotinto

Hace ya unos días hemos cabalgado a lomos de nuestras monturas para llegar a la cuenca minera de Riotinto.
La Asociación Andaluza de Profesores de Español “Elio Antonio de Nebrija” ha organizado un paseo con textos de Juan Cobos Wilkins, José Mª Morón y Concha Espina.


Comenzamos a las once de la mañana con la visita del Museo Minero, montado en el edificio del que fue Hospital construido por los ingleses en los años veinte. Se trata de un paseo, a través de las diferentes salas, por los 5000 años de historia de la minería en Riotinto. Hasta se puede entrar por los pasadizos de una mina reproducida a tamaño real.


Es muy interesante contemplar que los ingleses llevaron a Huelva su cultura, sus costumbres, sus formas de vida, sus formas de ocio y sus adelantos, que dejaban a los parroquianos en aquel entonces con la boca abierta de asombro, sobre todo si veían que las mujeres hasta jugaban al tenis, cuando por estos lares solo cabía malvivir, malparir, malcomer y despiojarse.
Los ingleses, con sus sólidas convicciones imperialistas victorianas, no se conformaron con adquirir los terrenos para sus explotaciones mineras, no; el contrato, firmado con nuestros “hábiles” gobernantes de entonces (¡qué poco hemos cambiado!), incluía el suelo y el subsuelo. Por tanto, se trataba de una colonización en toda regla. No había posibilidad alguna de que las circunstancias obligaran a expropiación de ningún tipo.
Por eso, sus prospecciones podían obligar a que el pueblo en su conjunto fuera siendo reconstruido en diferentes emplazamientos, según fuera conviniendo.
Hacían y deshacían a su antojo. Para muestra, un botón. La famosa “manta”. La extracción del mineral a veces se producía en plena calle. Para obtener el mineral buscado se colocaban montones sobre hogueras. Eso liberaba al aire todo tipo de materias volátiles tóxicas y se creaba una atmósfera ciertamente irrespirable. Es fácil suponer que la esperanza de vida de la población autóctona era extremadamente baja. Esos días ni los obreros podían salir de casa para trabajar en la mina. Y cobraban la mitad del salario. La Compañía además los consideraba borrachines y les retenía el 80 % del dinero; les daban vales para comprar comida, vales canjeables solo por productos de su propio economato… El negocio era redondo. Nuestra guía Raquel era todo un pozo de sabiduría, amabilidad y buen talante.

Se puede ver en el museo el tren (servicio para hombre y para mujer, agua fría y caliente, cuando nadie en el pueblo tenía ni agua corriente) construido con madera para una visita frustrada a la India de la reina Victoria, y que fue comprado por la Compañía para otra visita a Riotinto del rey Alfonso XIII, que tampoco pudo llevarse a cabo.



Los paseantes nos dirigimos luego al barrio de Bella Vista, el barrio exclusivo construido por los directivos de la Compañía. El número 21 nos muestra una vivienda con tres niveles, porche y jardín, mientras que los trabajadores vivían hacinados en casuchas de pocos metros cuadrados.

Tenían su Club Social, también exclusivo. Como puede verse en Memorias de África, las mujeres no tenían acceso a él (“En la Manoli no pueden entrar las mujeres”, decían los lugareños). Es que el rótulo “Men only” era demasiado complicado para un parroquiano del Riotinto de principios del XX.



Sorprenden las comodidades de una familia burguesa muy acomodada en la España miserable de esos años, solo envidiada por los centroeuropeos por su envidiable clima.




Raquel nos acompañó en la visita a la mina, ya cerrada, de Peña del Hierro, en la que nos contó la razón por la que las aguas del río tenían ese color tan característico. Hemos aprendido que los estudios llevados a cabo por investigadores de una universidad madrileña han revelado la existencia de más de mil especies de microorganismos. Es impresionante el lago de aguas rojizas que se ha formado al detenerse la actividad minera. Y cómo la vida quiere aferrarse a la existencia en esas duras condiciones.






El refrigerio en el restaurante La Fábrica ya se hacía imprescindible. Por la tarde, a las cuatro y media, el tren minero nos esperaba con puntualidad británica.


Así es, un tren de la época nos llevó siguiendo el curso del río por el camino de hierro que seguía el mineral para ser embarcado en los muelles de Huelva.


Una parada, un acercamiento al río colorado, un pequeño descanso; y vuelta a los vagones para deshacer el camino recorrido.





En definitiva, una visita muy recomendable, bien montada y de gran interés que nos deja en la retinas imágenes de otros mundos, como está intentando demostrar la mismísima NASA.



Primera entrada

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero...